Este martes 27 de julio, se anunció que la Iglesia de Atlántida de Eladio Dieste, una de sus obras más reconocidas en Uruguay, ha sido incorporada a la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
La extensa y variada obra del ingeniero Eladio Dieste, desarrollador del sistema de “cerámica armada” y las bóvedas de doble curvatura en mampostería, evidencia un interesante abanico por el cuál se consolidaría como una de las figuras más importantes de la arquitectura latinoamericana.
«La iglesia de Atlántida fue ‘mi Facultad de Arquitectura’…Y una obra que ha tenido consecuencias importantes. Me cambió la vida.»
Diseñada en 1952, el proyecto se encuentra cerca de Atlántida, una de las ciudades balnearias del litoral del país. Al igual que en el resto de las obras de este renombrado ingeniero / arquitecto, el concepto de diseño se basó en la racionalidad constructiva.
Foto de Rodolfo Marínez
El ladrillo es protagonista. Además de su función resistente, es el gesto expresivo que genera múltiples texturas jerarquizando cada sector. Al fondo del presbiterio, una pared muy rugosa de ladrillos trabados e iluminados desde abajo, limita el espacio interior evitando un corte abrupto. En el mismo sentido, el muro calado que cierra el coro y define la fachada, relaciona el interior y el exterior a través de sutiles juegos de luz.
El edificio se conforma con una nave rectangular de 30×16 metros, alcanzando en sus lados más ancho, 19 metros de luz. Las curvas de la cubierta se repitieron en la fachada amplificándose, con una altura de 7 metros, partiendo con una geometría recta desde el suelo y finalizando con una directriz ondulada. Los muros se perforaron para dejar que la luz del exterior ingrese al interior a través de vidrios de varios colores, acentuando desde el interior la fluidez formal de las láminas de ladrillo.
En el exterior, los muros laterales van generando un ritmo, debido a su repetición, revelando las posibilidades tecnológicas y expresivas del material conformador de esta obra, el ladrillo.
Mas de una vez personas, seguramente con buena intención, me han dicho más o menos: “Que pena que esta iglesia no esté en Montevideo, o por lo menos en el balneario, donde sería apreciada y cuidada”. Si tuviera que contestar diría: “No; está muy bien donde está.” La hice pensando en los humildes que habrían de ir a ella. Estos humildes para los que se hicieron las grandes catedrales no son indiferentes al arte. Recuerdo que estando un día en la iglesia oí que una señora de aspecto campesino y extremadamente humilde, explicaba la obra a otra de su misma condición. Así me enteré de que la que hablaba, (de bastante edad y en estado avanzado de gravidez), había traído a su amiga desde muy lejos, solo para mostrarle la iglesia. No puedo reproducir sus palabras, pero me resultó profundamente conmovedor su interés y sorprendente la justeza de sus observaciones. Este testimonio vale mas para mi, que toda la resonancia que pueda haber tenido la obra en otros medios, por que se que “los humildes heredarán la tierra”.
Fragmento de la conferencia de Dieste sobre la Iglesia de Atlántida (sin fecha)
La iglesia de Atlántida de Eladio Dieste | Patrimonio Mundial UNESCO
Fuente: Fadu.edu.uy
Video: Javier Villasuso
Fuente: Plataforma Arquitectura
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