Descripción
El Pabellón Nacional de Biodiversidad es un nuevo espacio de la UNAM , ubicado en el corredor cultural de Ciudad Universitaria. El proyecto fue diseñado para crecer y conservar los archivos del Instituto de Biología, así como crear laboratorios temáticos para el estudio científico de la mayor colección de especies extintas de América Latina. El proyecto opera desde diferentes perspectivas. Conceptualmente, el concepto arquitectónico propone un patrón radiante que surge de la interpretación del árbol de la vida y la idea de que todo ser vivo está conectado. Las escaleras, ubicadas en el centro del edificio, representan la doble hélice del ADN, la molécula que contiene la composición genética de todos los seres vivos y el origen de todas las especies del planeta.
La escalera situada en el epicentro del edificio es el elemento que conecta los diferentes espacios del pabellón. Conecta los caminos hacia las salas de exposición, el archivo y los laboratorios, formando una planta radiante que representa las infinitas posibilidades de la biodiversidad. Materialmente, la fachada de aluminio y vidrio y la base de piedra local conectan el pabellón directamente con el lugar. El pabellón, con más de 11.000 metros cuadrados de construcción, contiene una sala de exposiciones y salas multimedia, una biblioteca digital, oficinas, área de almacenamiento y laboratorios, todo ello dispuesto en tres niveles alrededor de una planta circular. Cada nivel tiene tres anillos. El primer anillo es para público en general y comienza en el centro con una circulación vertical y exhibiciones permanentes.

© César Belio
El segundo anillo es de uso interno y alberga las colecciones. El último anillo, que protege el resto del programa y se ubica en el borde de la fachada, se utiliza para espacios de consulta especializada, laboratorios y oficinas curatoriales. Esta combinación de zonas en cada piso permite la interacción entre los usuarios temporales y permanentes del edificio. La planta circular consiguió dos objetivos principales: por un lado, unir todos los espacios a través de un único núcleo vertical. Por otro, crea vistas panorámicas de 360 grados del paisaje natural a través de su fachada que se abre y se cierra en forma de ola, en función de las necesidades específicas del programa. Un gran desafío fue cómo distribuir los archivos de las cuatro colecciones del Instituto –mamíferos, reptiles, peces y aves– debido a la considerable cantidad de metros cuadrados que hubo que asignar.
Cada colección se ubicó estratégicamente para satisfacer sus necesidades en términos de clima, almacenamiento y crecimiento futuro. Para asegurar su correcto funcionamiento, incluye compactadores de almacenamiento de alta densidad. Estos se desplazan sobre rieles metálicos móviles para almacenar la mayor cantidad de especies posible en el menor espacio posible. También incluye una estructura ortogonal dentro de la estructura circular para optimizar las áreas de almacenamiento y permitir el crecimiento futuro. Se accede al edificio a través de una explanada escalonada que recibe a los visitantes y conecta con el corredor cultural; este piso alberga el área de exposición más grande y tres de las cuatro colecciones, además de laboratorios. El primer nivel es el más cerrado según los requisitos técnicos y alberga una de las colecciones, el laboratorio de biología molecular, el auditorio y las oficinas administrativas.
El nivel inferior refleja el terreno irregular; contiene los espacios de mayor uso público, como la tienda, la cafetería y la biblioteca digital. Al colocar estas áreas aquí, se aprovecha la vista directa de la cantera mientras se crea una atmósfera tranquila e introspectiva. Además, la ubicación privilegiada del sitio, inmerso en el corredor cultural de la universidad, sumó espacios de divulgación al programa, con el fin de despertar el interés por las carreras científicas entre los visitantes. En cuanto a sus fachadas, el nivel inferior funciona como un escaparate de la biodiversidad endémica al integrar directamente las vistas del espacio natural que rodea el edificio. Ambos niveles superiores cuentan con una doble fachada de vidrio y aluminio multiperforado que ofrece vistas controladas y se despliega respondiendo a las necesidades de iluminación y ventilación de los espacios interiores.
El resultado es una fachada formada por miles de módulos de aluminio de 30×20 cm que se mueven con el viento. Este movimiento se produce por las condiciones climáticas del lugar y alude a su importancia en la evolución y permanencia de la biodiversidad, creando una fachada viva. La base del edificio está construida con cantera, una piedra volcánica que es el elemento más característico de la biodiversidad local. Se formó por la explosión del Xitle que dio nombre a Pedregal, zona donde se ubica Ciudad Universitaria. Cabe destacar que para construir estos muros se utilizó la misma piedra que se quitó para los cimientos.
El proyecto se puede resumir como una fusión entre espacios públicos y privados, donde los visitantes pueden interactuar con las exhibiciones y el sitio. Esta interacción despierta la curiosidad sobre todas las cuestiones que subyacen al estudio y conservación de estas especies.
Ubicación
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Proyecto ejecutivo: Reactiva Arquitectura — Laura Dominguez + Ana Paula Herrera.
Aluminio y fachadas: IASA.
Museografía : Alejandro Nasta + Instituto Biología UNAM
Equipo de diseño: Karen García Villegas, Christiane Salem, Francisco Román, Alejandro Marín
Ciudad de México
México